23.5.07

Siglo 21


Esta mañana, a eso de las siete y poco, ya sentado en el autobús que me lleva donde suelo y mientras escuchaba Radio 3, he visto cómo una cabeza subía y bajaba tras el respaldo del asiento de delante. He liberado uno de mis oídos y podido escuchar el parloteo consigo mismo que tenía el dueño de la calva: "Estoy muy nervioso, estoy muy nervioso". "Una premonición, supongo", me he dicho. Y no le he prestado mucha más atención. Hasta que por la rendija entre asientos aparece y desaparece una cosa blanca. Me inclino para poder observar qué rayos es eso y, aún me río, el pasajero de los nervios se ha metido un papel enrollado en la oreja, de la que sobresale dos dedos, al menos. Luego hace lo mismo con la otra. Su compañero se levanta, con cara de susto, y se sienta tres filas detrás de donde me encuentro. La chica que dormitaba a su derecha tiene la cara tapada con una mano para ocultar la risa. Nuestro héroe no para de moverse y de atornillarse los papeles, rac, rac, rac, hasta que llegamos. Entonces se los saca y guarda en un bolsillo. Bajamos y se pierde entre el gentío que transita zumbando hacia el metro.
Le he tomado una foto a su reflejo en el cristal. Había poca luz, nos movíamos, pero aún así se puede distinguir su oreja izquierda de la que brota un papel.
No me resulta fácil explicarlo y lo hago, grosso modo, para que se entienda la foto. Yo casi me descoño de la risa.
Esa cabeza de papeles salientes por las orejas... ese traje de buen corte, esas páginas salmón que hojeaba. Tal que la de Shrek vista de espaldas con sus prominencias blancas...

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajajajajajajaj
jajjajajaja
Tiene que haber de todo,vaya tarao

clau