Es la tapia de La Mina, donde el Berry. Y no me digas que no tiene que fliplar cada mañana colocándolo todo y cada tarde recogiéndolo. Las vueltas tienen que ser de impresión. Adónde irán todos esos trastos además de a la habitación de alguno con síndrome de Diógenes y al negocio del reciclaje que tan bien ejercen, en compañía de otros, los avispados obispados, sin ir más lejos. Hay quien vacía contenedores de papel para revenderlo. No sé cuánto sacarán por una furgonetilla llena, pero con una vuelta de tres o cuatro horas seguro que la petan.
3 comentarios:
ja ja ja ja ja ja ja ja ¡los cuentos de calleja¡por dios.
Hola, Pablo. Sabía que te haría gracia,
Saludos
Es la tapia de La Mina, donde el Berry. Y no me digas que no tiene que fliplar cada mañana colocándolo todo y cada tarde recogiéndolo. Las vueltas tienen que ser de impresión. Adónde irán todos esos trastos además de a la habitación de alguno con síndrome de Diógenes y al negocio del reciclaje que tan bien ejercen, en compañía de otros, los avispados obispados, sin ir más lejos. Hay quien vacía contenedores de papel para revenderlo. No sé cuánto sacarán por una furgonetilla llena, pero con una vuelta de tres o cuatro horas seguro que la petan.
Resultará rentable...
Tengo que irme, hasta otro rato.
Publicar un comentario