Desayunando. Una mosca se posa sobre el sobre cuasi lleno de azúcar, al que jamás de los jamases tendrá acceso, mientras hundo mi porra en el vaso de café con leche. A la vez ojeo, no hay más que hacer, la prensa gratuita a la que no sé ni por qué me refiero. Cómo coño habrá llegado la estampa hasta aquí- me pregunto sin símbolos de interrogación- de esa puta mosca; de ahí mi pasmo más que sarcástico, sota inesperado. Ni yo.
25.6.09
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