Este avioncito cutre, gastado, hecho con dos tablas y pintado con sobrantes, es todavía, a día de hoy, uno de los tres juguetes preferidos de mi mushasho, y aunque lo pergeñé yo, no fue sin su participación activa.
No hablo de tiempos pretéritos, ni de posguerra, ni de necesidades apretando: er mushasho tiene hoy trece años, está perfectamente integrado en su generación y, como debe ser, no le falta nada. Ni siquiera caprichos.
No quiero decir con esto que debamos hacer un esfuerzo como padres para vender una ilusión que muchas veces es falsa, como rezaría el tópico: el esfuerzo que debemos hacer es para dejar de ser tan gilipollas como somos…
Cómo te pasas. Todo plagiado, como ya me encargo de ocultar, por mí. Gracias y felicidades.
16.12.10
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